Qué poca cosa que me
siento
de un viento que no
existió.
Pienso que soy un
evento
sin huellas dignas
del tiempo
antes de ser una mención.
Pero me siento
contento
con lo que el Cielo
me dio,
ya que con ello me
adentro
en los brazos del
amor
para no sentirme
muerto,
entre la estirpe
vivientes:
que me creen un
soldo, ciego
o que juego con
lamente
con la in lucidez de
un lego,
sin positivos en la
frente.
No quiero hablar del
ayer
porque empaña mi
sonrisa,
ni recodar el mañana
por que llega muy de
prisa
con sus periplos de
nada;
nada que sea
positivo
ya que en él, veo mis
las cenizas
esparcidas en el
olvido,
en una tumba
blanqueada
que sepultarán
conmigo.
Pienso que en algún
mañana
y con la mayor
amargura,
aunque tarde se
dirán:
no le compadezcan
más
al que puso la
dulzura
que legó del
manantial
de sus triviales
figuras.
esas que no
olvidarán
de mi aparente
locura,
legadas a la
humanidad.
*
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