miércoles, 12 de marzo de 2014

SOBRE UNA ESTATUA DE ACERO.


ODAS,

A LOS MINEROS DE LA UNIÓN
                                                  *                 
En la plaza Joaquín Costa,
eres  estatua de acero
para recordarte siempre,
compañerico, ¡minero!

 
Como nubes de palomas
derramadas desde el cielo:
como sierpes interminables
tus lucecitas lucieron,
como guirnaldas bordadas
con estrellas y terciopelo.

Que en la cuesta de Las Lajas
eran un ascua de fuego,
que aquellos bravos leones,
con caras de carboneros
dejaron en luces tatuadas
su esfinge al mundo entero.

Eran hijos de la sierra
bajando los que quedaban
del subsuelo de la tierra;
libres de las entrañas
de aquellas fauces siniestras,
donde tantos se durmieron,
enredados en la galena,
en la plata y el acero.

A aquellos llegan mis gritos
como explosión de barrenos.
Despiértate, despiértate,
despiértate compañero
para que llores conmigo
sobre una tumba de hielo,
las lágrimas derramadas
de los filones del cielo.

 
Despierta la sinrazón,
y gritarle al mundo entero.
¿Dónde está el pueblo minero
de mi sierra de La Unión?
¿Dormido en un formero?
Tal vez en algún corazón
con las entrañas de hielo.

Despertase compañeros
que es el pueblo de La Unión
el que va llorando a gritos,
con vuestros padres e hijos
que os llevan en su interior,
más allá de las murallas
del alma y el corazón,
que por vergüenza se callan
lo que Pandora negó
con su negra maldición,
a nuestro pueblo querido
de la sierra de La Unión.

Os llevaré compañeros
en mi último vagón
a los altares del cielo,
en forma de una oración,
un abrazo y un te quiero,
curtido en el corazón
y los brazos de un minero
que también fue de La Unión,
¡Igual que tú! Compañero.
                      *

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