jueves, 7 de noviembre de 2013

QUISIERA TENER LA BOCA.


 

Quisiera tener la boca más grande
y más amplia que el corazón
y una fe que fuese semejante al Sol.
Pronunciaría con los labios del alma,     
el amor que me dio Dios:
los que recibo de ti, Padre,
sin merecer tal favor.

Por lo cual yo no maldigo
las guadañas que segaron
la mies que creció conmigo,
con cizañas y desamparo.
Hoy camino cual mendigo
buscando lo que robaron
del interior de mi pecho
lo que sé que me legaron
las estrellas de mi sino
que desde el Cielo llegaron
para allanarme el camino. 

No sé que clases de amigos
en mi senda se cruzaron
para sepultarme vivo.
Sólo sé que me enterraron.

Cuando la luz ya sea opaca
y se pierda los destellos de mis ojos.
Cuando el tiempo tibio de la noche
se sumerja en sonrisa de la distancia:
será el bramido del viento
el que retorne llamaradas sin nombre
del fuego que dejé inerme,
erguido como una estatua
en las sombras del silencio
que cual gaviotas graznará,
al que no quiso escuchar
lo que mi pluma chillaba.

Allí estarán escondidas
como nubes de palomas,
en una tumba enjaulada:
con rosas de invernaderos;
cuando en realidad eran niñas
que sólo pedían agua,
para mojarse los labios
y sus fauces quebrantadas
de llorar como unas ninfas.
 
                       Porque nadie la escuchaba
antes de ser sepultados,
los  destellos de mi pluma.
Ahora sí que gritan fuerte
cómo estruendos del magma. 

Qué lastima de aquel fuego
que murió sin dar calor
al que más necesitaba            
una sonrisa del viento,
para derramar las llamas
del amor que llevó dentro.

Hoy tan sólo tendréis  hambre
porque quedaron tatuadas
una nostalgia  sin nombre,
sin poder recuperarlas.
Ya no se puede enmendar
ni tan siquiera una coma del ayer,
aunque los hombres nacieran
dos, o por tercera o cuanta vez...

El Sol ya no existe para mí,
ni la luna, ni el fragor de las estrellas,
ni la sonrisa del mar.
Tan sólo dejo los suspiros esculpidos
entre  las hojas del papel
y en los brazos del silencio.
El que seguirá acariciando mis cenizas
con un beso de las sombras,
arrancadas del un olvido sin respuesta.        
                      *
 

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