Como Rey del mundo entero
eres Él mejor navegante.
Te
colgamos de el madero
de
una manera humillante.
Quiero
ir en tu velero.
Yo
quiero ser tripulante
en
esos mares del Cielo
aunque
sea de aspirante
o
como simple marinero.
Con los clavos del madero,
y las
heridas penetrantes:
sangrando
como un cordero
los
hombres te convirtieron
en
un silicio aberrantes.
Déjame ser tripulante
de tu barquito
velero.
Quiero
recoger la sangre
que
aquellos otros vertieron.
¡Déjame
ser navegante!
Para llegar a la meta
y gozar de la eternidad.
Acéptame este
cantar
que es igual que una saeta
que te he querido ofrendar.
No quiero la liberta
si mi alma ha de estar muerta.
No quiero verte llorar
en el quicio de mi puerta
cuando me sonría el mal.
Prefiero no despertar
de los sueños del poeta,
que en dulce me hacen soñar.
Eres el Rey del Universo
de los vivos y no muertos.
Y yo quisiera navegar
con mi barco hacia tu puerto,
donde encontrare la paz.
¿Estoy dormido o despierto
con mis sueños de cristal?
O soy más bien un vivo muerto
qué te pretende engañar?
No quiero la libertad
que me arrulla el pensamiento.
Quiero ser brisa del mar
o la fragancia del viento
que nadie puede abrazar.
Sé que tengo la ocasión
de hacer real lo que siento,
impregnando el corazón
de ese amor que Tú me has puesto.
Te voy pidiendo perdón
y las flaquezas del cuerpo
me dan cada revolcón
que mas que vivo, estoy muerto.
Ere el mejor navegante
que ha atracado
en mi puerto.
Yo no sé, como tratarte
¿de almirante, o marinero?
Quiero ser un navegante
con rumbo directo al Cielo;
Aún sabiendo que soy nadie,
más bien “un gran embustero”...
Tu rango es de almirante
y vas navegando conmigo
como un simple
tripulante.
No lo puedo comprender,
ni nunca sabré
explicarme.
¿Cómo vas de marinero?
Cuánto me debes querer
para ser mi vigilante
en la
Tierra y en el Cielo?
No me has puesto condiciones
para ir en tu velero.
Siendo el mejor navegante
que cruza el Cielo entero.
¡Señor! Tú eres tan elegante
que te haces marinero
para que pueda salvarme
y darme un trozo del Cielo.
Quisiera saber cantar
y gritando a los cuatro vientos
como seguir al navegante
a las campiñas del Cielo.
No hay fuerza que me arrebate
ese dulce caramelo.
Yo quiero ser tripulante
en tu barquito
velero;
con el rango de almirante
o de simple marinero.
Ayúdame a no olvidarme
cuando se cruce en mi vuelo
algún perro que me ladre
qué soy ¡sangre de tu sangre!
No hay comentarios:
Publicar un comentario