Mención especial a la sombra
del dolor.
¿Cómo poder valorar
algo de tal magnitud?
¿Cómo poder abrazar
a alguna invisible cruz
Donde antes había un hogar,
de pronto la destrucción
convierte en un muladar
a toda una población...
Cuando se mira en la tierra
de tanta luz, bondad y amor
y que las odiosas guerras
las deshacen con dolor.
El dolor de las estrellas,
de la mar y hasta del sol.
Fuentes de lágrimas bellas
y hasta llegamos a preguntar,
¿"Dónde te guareces, Dios"?
Y no sabemos a quien culpar
de esa horrenda destrucción,
si a las estrellas o al mar,
o a la mano del Creador.
–¿Por qué no culpar al hombre
que va sembrando explosión?
Y la tierra se estremece
como un barco sin timón.
¿Por qué se ahoga mi hermano
en Turquía o Nicaragua,
o
en otros orientes lejanos?
¿Es que los dioses, nos odian
o es la codicia infernal
que siempre al hombre devora?
¿Quien podría contestar
cuando la tierra se enfada?
¿Quien podría remediar
tal destrucción desatada?
Preguntas, muchas preguntas
y todas sin contestar.
Porque el hombre siempre busca
el poder justificar
lo que a tantos nos asusta.
El hombre siempre se mata
con su invento de la guerra,
como si ya no bastará
con la furia de la tierra.
Qué vengan luces más claras
para iluminar las mentes,
y a ver si así se terminara
de matarse entre parientes.
¿Por qué se erigen en dioses
y
van creando el dolor
los hombres a grandes voces?
¿Para superar a Dios?
Y hasta le hacemos culpable
de nuestra falta de amor,
cuando el propio responsable
es el hombre sin pudor.
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