Estoy
esperando el tren
para
iniciar la partida
de éste
alocado anden
que Dios,
me ha dado por vida.
¿Tardará mucho en llegar
dicho
humeante espectro?
–Pronto
dará la señal
con su
silbato siniestro.
Fui mirando al horizonte
hasta
quedarme dormido.
Creo que sea al despertar
cuando escuche
su bramido.
Perdido en la oscuridad
como
cuando era niño,
yo le
pedía a mi mamá
de su
carisma el cariño
que me viniera a buscar
y cantará
nana alguna,
la que
solía escuchar
cuando
mecían mi cuna.
Aquella hermosa canción
que de
niño la aprendí.
Lo mismo
que una oración
la llevo
dentro de mí.
La siento por las mañanas
cuando
voy a despertar,
como el
sonar de campanas
enredado
en el soñar.
"Duérmete niño mío
que viene
el coco...
y se
lleva a los niños
que
duermen poco..."
Recuerdo aquella canción,
como el
tren que no llegaba.
Fue mi
primera ilusión
cuando
mis pasos iniciaba.
Para mí, aquél momento
era el
tiempo que volvía,
y me
traía al pensamiento
aquella
oxidada vía:
Del tren que empezaba andar
en
páramos distendidos,
sin saber
a que lugar
iban mis
pasos perdidos.
Mi tren vibraba en la vía
con rumbo
desconocido,
pero yo,
lo presentía
aunque
estaba confundido.
Confundido en la ignorancia
del
desconocido andén.
Perdido
por la distancia
de cuando
vendría mi tren.
Espero que
llegue el tren
antes de
quedar dormido
en el
banco del andén
y qué me
lleve de una vez
a un
lugar desconocido.
Sumido en
el recuerdo
aun sigo
esperando el tren,
y
esperando aquí me quedo
cuando
venga ¡Vendrá bien!
Y será
bien recibido…
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