Una
luz que no ilumina
no me
deja descansar;
y su
sombra da en la esquina
donde no
puedo llegar.
Espero
que llegue al cielo
lo que te mando, mujer.
lo que te mando, mujer.
Un beso
¡con un te quiero!
Una rosa
y un clavel,
en éste verso sin vuelo
en éste verso sin vuelo
pero
dulce como miel.
Quisiera escribir un poema
sin
tintero ni papel.
Un verso
sin una letra
y un oda
llena de miel,
y
ponérselo en la frente
al Cristo
del Gran Poder.
Para que
mi alma y la mente
despertaran de un ayer,
una luz
más trasparente
y que el
hoy pudiera ser
agua de
nítida fuente,
capaz de
calmar mi sed.
Cuando ya
estuviera escrita
sin pluma
la inspiración.
Pondría
una margarita
y de
rosas un millón,
Junto a la Virgen Bendita ,
con el
alma y corazón.
Le daría
sin los labios
la
dulzura de mi amor.
Cogería
sin las manos
el perfume de una flor
y en los
cielos más lejanos
derramaría el corazón,
ya que no
lo necesito
para orar
con la razón.
No hay
tintero, ni una voz,
para que
impida a mi grito
besar el
rostro de Dios.
Allí
pintaría en el viento
la luz
que nos mando el sol
y después
diría contento,
¡aquí me
tienes Señor!.
No sé si
estoy vivo o muerto
ya que no
siento dolor
en las
fibras de mi cuerpo.
Solo
percibo el calor
sugerente
de Tu Aliento.
Al final
yo pintaría
un navío
bergantín,
para
llevar mi poesía
más allá
donde está el fin
y después
la tatuaría
en un
cuerno de marfil
y éstas estrofa firmaría:
con mi
siglas. Rogalín.
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