viernes, 18 de febrero de 2011

SIEMPRE QUE MIRAS ATRÁS...

Sé que podrás encontrar

Las preguntas de aquel alma desolada
me sacaron sin saber de toda duda.
En su mentó se veía la mirada
de una vida de dolor, atropellada.

No recordaba su nombre.
Me dio pena, el pavor de esa criatura.
La verdad, es que me pareció un hombre
que en el fondo era infecto de locura.

Locura que era hija del dolor
saturada de espinas y amarguras
y esculpida en desamor
o destinada a ataúdes y sepulturas.

Me quedé entristecido y sin aliento,
cuando escuché de sus labios que decía,
palabras sin fundamento
y el entorno de su vida maldecía.

Iba más allá de la estirpe del Averno,
de las cloacas putrefactas del dolor
y, maldecía la semilla de lo Eterno,
a quien escupía sin vergüenza y sin pudor.

Fui mirando más allá de las estrellas,
retorciendo en el pecho el corazón.
El instinto me decía que todas ellas,
eran sierpes sin destello de razón.

Lloré en los brazos de aquél hombre
como nunca pensé poder hacer.
Recogí los esputos de aquél pobre
y en su pecho angustioso sepulté.

Aquel hombre me enseñó a comprender
que mi dolor, sólo era una quimera.
Ya que tuve la luz del Gran Poder
y una esposa que siempre me quisiera.

Desde entonces la estrella que negué,
la abracé como hermana y compañera
y en el alma con amor la llevaré
hasta el día, ¡Dios mío! que yo muera.
*

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