viernes, 14 de enero de 2011

NO TUVE COSA MÁS BELLA.

No tuve cosa más bella
para poder compartir,
a demás de las estrellas,
mis hijos, las flores y el mar.
Siempre fue la luz de ellas
mi más valioso caudal.

Tuve la luz de los Cielos
y sus praderas a mis pies.
Cabalgué en astrales vuelos
con mis sueños de papel,
más allá de los luceros
y los espejos de un ayer.

Probé montañas de miel
en páramos de amapolas.
Pude hablar con un clavel
que le ofrendaba a ni Lola,
con el corazón y piel,
henchido como una ola.

No me faltó nunca el aire,
ni el más bello amanecer,
ni de la flor el donaire,
ni el verdor del alcacer,
ni hubo más rico nadie
con la más bella mujer.

Fui como el ábrego, errante
que quiso ser tramoyista.
Nunca fui yo, exuberante
aunque sí, cosmopolita
de la tierra, parte a parte,
Junto a la Virgen Bendita.

En el espacio sideral
fui a la grupa del viento.
Mis armas fueron la paz
y mi escudo el pensamiento
con flechas de libertad,
siempre soñando despierto.

Me adentré en el plenilunio
queriendo hallar la virtud
y después de mucho estudio
me encontré en el senectud
con el dulce, amargo, agrio
que dá una pesada cruz.

En brazos de la poesía
del amor y la bondad
y de la gente que quería,
me extendí hasta el más allá.
Pero siempre en soledad
convirtiendo fantasía
en convincente realidad.

Espero con alegría
que mis ojos vean la luz
antes de que llegue el día
que yo esté en el ataúd.
Quisiera que mi poesía
la hubieses leído tú.

Cada vez que me pregunto
¿Por qué mi alma va sola?
oigo una voz en lo profundo
como el bramar de una ola
que, me aclara en un segundo
el por qué mi alma llora.

–Llora por besar el viento,
los pájaros y la amapola.
Llora porque, ni un momento
puedo separar a mi Lola
del ardiente pensamiento.
Por eso mi alma llora.

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