¿Qué dirán los hijos de un mañana
del pueblo de Cabo de Palos?
Ellos dirán, poco o nada
de la hereda del pasados.
Hablarán que en sus legados,
cubrieron su frágil piel
de cementos y forjados.
Y nadie hablara de él,
al no ser lo maltratado
que le dieron a su piel,
de amargura, lo enterraron.
–Los que a ti te sepultaron,
puede que lloren un día.
Esos que hasta te negaron
la belleza y la alegría.
Hoy me anticipo contigo
a llorar tus amarguras.
¡Tu amargura! Viejo amigo,
ya que eres sepultura
de un litoral convertido
en cemento, en desmesura.
Y descontrol de pureza,
a lo que llaman progreso,
matando naturaleza
con sus murallas de yeso.
Tus hijos preguntarán
–¿Dónde moran tus colinas,
acantilados y los peces
o tus aguas cristalinas?
–En sollozos prominentes.
Hoy tu nombre, solo es "Faro",
en la distancia del tiempo
de aquellos que te adoraron,
y aún te ven después de muertos
El Faro preguntarías.
–¿Cual ha sido mi pecado
o el de mi ancha bahía?
Tal vez que me han condenado
por mi indulgente alegría;
esos que a mí me han robado
la inocencia que tenía.
Vaticino a todos ellos
que lo pagaran un día.
Me han convertido en el vientre
de las cutres porquerías.
Del olvido es evidente
que fui candor y armonía.
Y así me paga la gente
con la más lenta agonía
que es vergüenza de mi frente
y de los, que me querían.
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