miércoles, 6 de octubre de 2010

SI YO NO HUBIESE NACIDO...

¿Si yo, no hubiese nacido
qué falta sé notaria?
Porque vivir, no he vivido
y aún no entiendo todavía
a punto de naufragar,
sí acaso, habrá merecido
la pena de mendigar,
ese pan que me he comido.

Lo que he llegado a dudar,
si no lo habré confundido
con pedazos de despojos
arrojados a un muladar,
por las manos de algún mofo
que se quisiera burlar
del mendigo silencioso.

Sí, qué me llegó a saciar,
con su mendrugo asqueroso.
Lo que me hizo, pensar.
¿Quién fue el mito que quiso
con su maldición engendrar
al copular con un oso,
dicha especie de animal?
¿O fue con una serpiente
con quién me llegó a engendrar?
¡Me vomitó en el camino
llegándome a abandonar
como un fuego sin escoria
que calor no dio jamás!

Voy preguntándole al cielo
y no me quiere contestar,
¿O es qué mi a alma de hielo
no lo ha sabido escuchar?
Tal vez que sea por eso
que no vea la claridad,
ni la caricia de un beso,
ni el lugar de un asilar
que dibujara en la sombra
el cantar de alguna alondra
que me llegue a consolar,
lo que me quede del alma.

Dejad que mis labios duerman
en los brazos de la noche,
y que abrace el aullidos de algún trino,
o los ojos de las estrellas,
acunadas en el espejo de la mar.

Y si acaso no durmiera,
dejadme soñar despierto
con jarales y primaveras,
para dibujar recuerdos
que yacen en las praderas,
como arenas del desierto.

Dejadme hasta que me arrastre
hacia un calvario enmudecido,
el que siento al despertarme
cuando creo que estoy dormido

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