jueves, 24 de diciembre de 2009

SOY UNA SOMBRA DEL VIENTO.

Yo sé, que apenas soy nada
y como tal me valoro.
Pero en mi alma llagada
Dios depositó un tesoro
de respuestas enlazadas.

El poeta sólo es brisa
de una sombra del viento
que con su rueca eriza
el amor en su pensamiento,
y aún después de sus cenizas,
se deja escuchar su aliento.

Del poeta emana fuego
que extiende al exterior
y pone en brazos del "Lego"
de su fuego el resplandor,
como el lazarillo al ciego,
lo conduce con amor.

Va dejando trozo a trozo
su pecho en la creación,
y cuando llega, alborozo
a toda una población,
se gratifica gozoso
¡sin limite el corazón!!

El alma de los poetas
sólo pueden ser de "oro"
sin cerraduras ni puertas,
ya que nunca su tesoro
ellos lo ponen en venta
y, si lo fue, ¡Los deploro!

La poesía no es la meta
por su rima en la oración.
Pero sí, le da al poeta
esa gran satisfacción
de llegar a toda puerta
y entregar su corazón.

El poeta da dulzuras
con fuego del corazón,
a inyectar a las criaturas
su sombra y da sensación
de impregnar literatura
con su frágil creación.

El poeta es soñador
y con sus sueños navega
a la mansión del amor,
y a veces en sueños llega
a extenderse como flor,
más allá de toda vega
donde duerme el mismo sol.

Por eso su corazón,
va traspasando fronteras
en formar de una ilusión,
donde convierte quimeras
con un poco de pasión,
en realidades sinceras.

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