lunes, 16 de marzo de 2009

NO SEAS COBARDE HERMANA...

Estoy esperando impaciente
la oscura sombra del cejo
adyacente con la muerte
que ha de romper el espejo
de la más furtiva fuente.

No sea cobarde, hermana
que aquí estoy como el caldero
que le han de cortar la lana,
para que el calor del cielo
sea refrigerio un mañana.

Déjame al meno un segundo
que tire los trapos viejos
manchados en este mundo,
aunque ya quedan muy lejos
con su disfraz infecundo.

Quiero marchar con limpieza
del alma y el corazón.
No impidas con tu presteza
a no tener la ocasión
de terminar donde empieza

la fuente de la esperanza
que todo mortal espera.
No te veo ¡cómo una fiera!
Pero sí con la añoranza
del que nuca te quisiera.

Déjame ser valuarte
de un sueño sin despertar,
que siempre fue el estandarte
de un hombre que haz de enterrar
sin dar motivos a enfadarte.

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