Voy preguntándole al cielo
y a las montañas desiertas.
Ya que esto mismo lo hicieron
antes que yo, otros poetas.
¿De qué color es la muerte?
¿Es dulce o amarga hiel?
¿o de colores intransigentes
con el nombre de mujer?
Que extraña siento la muerte
con sus zarpas de agonía
y en cambio no es diferente
al morir de cada día.
Porque siempre está presente
con sus inciertas felonía.
No le temo por ser muerte
ni porque llame a deshora.
La odio por ser prudente
y sobretodo, traidora.
Va adornada de excelente
y presume de señora.
el refrán que así, resume;
"Dime de que presumes
y te diré de que careces"
Es cierto que me consumes,
pero conmigo pereces.
para sembrar tu amargura,
cuando me hagas callar,
estarás en mi sepultura
y tan solo podrás llorar.
Porque ya no habrá criatura
que tú puedas enterrar.
Alguien me recordara
y dirán con alegría,
su alma, ya emprendió el vuelo:
-Ahogaste mis fantasías
pero yo, me voy al cielo
y te dejo en la agonía
sin ápices de consuelo.
cuando pensé en mi dolor.
Hoy bien sé, con gran certeza
que tú, no tienes color.
Tú termina y mi alma empieza
a volar de flor en flor.
*
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