No me
imagino el sendero
para
poderte seguir,
ni
siquiera la distancia
que me
separa de ti.
Y te
busco entre las florales,
en las
estrellas y el mar,
en los espinos
y jarales
donde
nadie me ve andar.
Te busco
para aprender
cómo he
de caminar,
para
abrazarte, mujer
cuando
te baya a buscar.
Seguiré
tus mimos pasos
con la
mayor humildad.
No
permitas que mi ocaso
sea sin
luz en la oscuridad,
ya que
la muerte me ofrece
viajar
hasta el más allá,
dejándome
en los cipreses
mi
engendro de humanidad.
–No es
tristeza, compañera,
es gran
amor e ilusión
que
llena a un alma que espera
poder
llegar hasta Dios;
donde sé
que tú me esteras,
para
fundirnos los dos
como si
unos sólo fuera,
con
fuego de nuestro amor.
*
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