Prisionero en libertad
en una
jaula de oro.
Grito y nadie me da
el motivo,
porque lloro.
Soy cautivo de palabras
que ya se
fueron al viento.
Soy
prisionero que guarda
secretos
del pensamiento.
Carcelero de dulzura
que
pondría en libertad,
sí no fuera una locura
condenar la
eternidad.
Condenarme
eternamente
en los
pavorosos ríos,
donde
derrama la fuente
el Averno
como estíos.
Sí
me pudiera librar
de estos
barrotes de acero;
le diría
al Mundo entero:
–dejadme
preso llorar.
Prefiero estar prisionero
entre
rosas y azahar,
en las
estrellas y el mar,
aunque sea
de limosnero.
Cautivo de la mirada
del
silencio en soledad.
Cautivo de
la verdad
de una
honestidad callada.
Y cautivo quiero llegar
hasta el
aura de mi amada
la que
está en aquel lugar
donde el
dolor, ya no es nada.
*
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