miércoles, 3 de diciembre de 2014

LO QUE APRENDÍ DE LA VIDA.



Lo que la vida me dio
desde aquél día en que nací;
me enseñó a muchas cosas:
a saber reír y sentir,
      a ver crecer hasta las rosas
y hasta sus gritos sentir.

Me enseñó a sentirme pobre
que encontraría en los demás
cuando beben del salobre
que el hambre le suele dar,
a los más humildes hombres
en su agreste caminar

La vida a mí me enseñó   
grandes rosales y espinos
que nunca solían faltar
a lo largo del camino
que me restó por andar
con la estrella del destino.

Intenté buscar a Dios,
y sobre todo, a saber
lo más grande que hay en Él,
para llevar con amor
lo que derramó en mi ser
de su infinito candor.

El Cielo siempre me dio
el por qué, para entender
del fruto de la oración.
También sé que me dotó
del sentido para no creer
a esos hombres del morlaco.

Lo más impórtate de todo,
      fue, que aprendí en la soledad,
      que nunca estuve sólo,
      ya que tuve el aparo y la bondad
      de mis más grandes tesoros
      que duermen en el más allá.

      Lo que mejor aprendí,
      fue, en la soledad a llorar
      y saber pedir perdón
      a todo aquél que ofendí,
      porque en ellos estaba Dios.
      ¡Cual Saulo! me arrepentí.
                     *

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