Cómo amarga el dulce de la miel
en
mi pecho herido por la daga,
del alma va sangrando por la llaga
cuando bebo en la fuente de la hiel.
Veo en la tinta derramada en el papel
la
sombra del silencio que me embarga.
Quiera el cielo que de mí nunca se salga
la
dulzura del amor de aquel clavel.
Cuando bebo del caudal de la distancia
agua viva de la fuente de tu encanto,
me
pregunto, si será la petulancia
la
causante del rocío de mi llanto.
Aún percibo de tu aura la fragancia
como olor del jazmín o el amaranto.
*
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