Sólo
honestidad y decoro
pongo en los versos al crear.
Y
en la estrofas al recitar,
las
bordo con plata y oro.
*TRÉBOLES
*
Es verdad que a veces lloro:
no sé crear sin llorar;
porque mi alma al cantar,
se encarna en la fantasía,
sin la cual no sé, ni andar,
ni dar vida a la poesía,
Pinto
antorchas en el coral
y se convierten en poesía
de un caudaloso fanal.
Los
sueños de fantasías
navegan sin descansar
entre nardo y la ambrosía.
Me
convierto en peregrino
e intento a muchos llevar
con la
pluma al buen camino,
y sin parar de moldear
como alfarero en el barro
fundo las sombras del mar.
El que se suba en mi carro
bien puede garantizar
que en mi alma no hay guijarro.
Porque
observará al andar
que se subió en una nube
como la luna en el mar.
Títulos, yo nunca tuve,
ni los pretendo alcanzar
Pero sí que mi alma sube
hasta
llegar a encontrar
los más lejanos confines,
que hubiese en cualquier lugar
en hordas de querubines
con orgías y sonrisas
y detonantes violines.
Bien sé que un día a mis cenizas,
aunque la verdad sea cruda
se le acabarán las prisas,
sin
lugar a duda alguna
y por razones de peso
dejaré de ver la luna
Cuando ya sean mis huesos
la sombra de una ilusión
en construcciones de yesos:
las
huellas del corazón
sólo serán felonías,
más allá de la razón,
del cielo y la fantasía,
sumergida en la dulzura
se marchará el alma mía.
Si hubo dolor o amargura
en la soledad desnuda,
lo tapó la sepultura.
–¿Mis versos no dicen nada?
Es porque el ciego camina
sin saber que es la mirada
en
los páramos y colinas,
entre lirios y el azahar,
donde nacen piedras finas.
Guarecido en vanidad
y
sin detenerse a mirar
¿quién
no tiene un vestido igual?
Cuando empieces a recitar,
no busques aquella canción
que nunca podrás hallar.
Métete
en mi corazón
y en la sangre de las venas,
encontrarás la razón,
del
por que de las cadenas
y de esta amarga dulzura
que alivia todas las penas
con sueños en desmesura,
yo vi que estaba despierto
al pie de una sepultura.
Soñé que ya estaba muerto
mientras alguien me llamaba
desde un lugar muy desierto.
Entre brumas yo lloraba
al tiempo que maldecía
la luz que el cielo me daba,
ya que gritar no podía
porque no tenía voz,
pero todo lo veía
girando en torno de Dios,
y la muerte me decía.
–Vamos al cielo los dos.
Sin comprenderlo decía
con vocablo transparente.
que entonces yo no dormía;
era el ángel de la muerte
que con falacia pedía,
–Duérmete y no despierte
Me agarré a la fantasía
que luchaba como un perro
y en los sueños me mordían.
Cuando vi mi propio entierro
llegando a la sepultura,
maldije aquel destierro.
Qué tristeza y amargura
al no poder despertar
del sueño de tal locura
Oí, no sé quien era al gritar.
–Esta vez estás soñando
y te podrás despertar
lo peor debe ser cuando
no sea el sueño realidad,
ni tampoco estés llorando.
–Será
que en la eternidad
tu alma estará volando
en sombra en la claridad.
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