Semejante al azabache
es
el negro de tu pelo.
Es
tú preciosa mirada
dulce como el caramelo.
Tus ojos son dos cascadas
donde se destella fuego.
El
brillo de tu mirada
es
suave como ábrego.
Las mujeres de mi pueblo
son
las más preciosas rosas,
porque Dios, mando del cielo
entre otras muchas cosas,
un
jardín de terciopelo;
donde crecen las mimosas
y
la luz de los luceros.
Son brillantes de ese pueblo.
De
mi pueblo de La Unión.
Yacimiento de metales
que
ponen del corazón
las
fragancias deslumbrantes
del
amor y la pasión.
los más ricos minerales
que
dieran ningún filón.
Son
las mujeres cabales
de
fragante corazón,
Duras como pedernales
son
las hembras de La Unión.
Sus ojos son manantiales
de
fulgurante candor:
y emanan
de sus destellos
la
fragancia de una flor,
de
los jardines más bellos
que
inventara El Creador.
Llevaré a tres de ellas
hasta apagarse mi mente;
más
allá de las estrellas
las
tendré siempre presente.
Mi madre fue la primera;
medió sentido y razón
para hacer una escalera
que
mi yerto corazón
en
fuego se convirtiera.
Otra sería mí Dolores.
Mi
entrañable compañera;
fue
el amor de mis amores.
Si
orgullo fue la primera
la
segunda fue las flores
que
formara mí bandera,
con
los más bellos colores
que
en el Universo hubiera.
La tercera es el sudario
que
ilumina nuestra esfera;
lo
mismo que en el Calvario
como luz de primavera.
Es la Virgen del Rosario
como mi madre tercera
aunque siempre ella ha sido
en
mi pecho la primera.
*
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