Nadie le limita al tiempo,
ni engendrar las
rosas rojas
ni a los arrullos del vientoque seque de árbol las hojas.
Sin tinta quedó la pluma,
sin color quedó el papel
y fría quedó la suma
del pensamiento de ayer.
Perdido quedó el sentido
por la inerme languidez.
Tal vez que se hallan ido
y
jamás quieran volver.
Yo ando siempre perdido
entré las astas del tiempo.
Busco en la distancia herido
unos poemas sin cuerpo.
Felonía del destino.
Labios que mueren de sed
por las aguas de oro fino
y sin luz de amanecer.
Se han cerrado los caminos.
¿Dónde quedó lo que fue?
Quizás regrese algún día
la estrofa que un día se fue
sobre una estrella encendía,
en la rosa o el clavel.
o tal vez en la ambrosía
o en un beso de mujer.
Se fue volando la alondra.
La flor se secó al nacer.
El nido en las jaras verdes
ya no lo ve el alcacer,
sólo se quedó su sombra
en la brisa que no se ve,
de lo que fue, y ya no es.
Voy buscando entré las flores,
en la pradera y el mar.
Voy pintando de colores
su posible retornar.
Busco en montañas y astros
la sonrisa del coral.
¿Dónde se esconde mi musa?
qué no sé como encontrar
No está, ni viva ni muerta,
se marchó donde no sé.
Mi pluma no encuentra puerta
para las flores poner,
sobre una ventana abierta
con el glauco de alcacer.
Se fue escondida en las sombras,
volando, aún sin saber.
Se fue mi musa volando,
y voy implorando su vuelta
sin saber si la veré.
Se irán juntando los rayos
como antorchas de cristal.
Y los briosos caballos
vendrán un día a
abrevar
antes qué "cantara el
gallo"
después del oscurecer.
¿Vendrá mi musa de mayo
a poner sombre mis pies
la pluma, tinta y papel?
II.
Le vi galopar a lo lejos
y se estremeció mi piel.
La fragancia de su espejo
como un niño la
besé.
De la mansión de los dioses
trajo rosas y un clavel,
trajo caudales de cosas
del nítido atardecer.
En su sonrisa traía
de flores la inmensidad
con trenzas de perlas finas
y cual corolas de un ornar.
Traería estelas del orbe
dibujadas en un cristal.
con marfil de la ambrosía
el espacio sideral,
y sobre una alfombra blanca
todos los cielos y el mar.
¡Cómo se abrieron mis ojos
cuándo la vi regresar!Con aquellos ramos rojos
de zafiros y coral.
Fue la alegría a mi antojo
y vi delfines al saltar
que destruyó aquel despojo
que tanto me hizo llorar.
como no, lo hizo jamás.
Y me impregnó de confianza
para que no dude más,
aunque la vea en lontananza
dónde fuera a repostar
la que sería mi esperanza...
*
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