Si pudiera con la pluma traspasar
las murallas de la muerte.
Sin duda que llegaría, hasta su vientre,
con los ojos del alma,
sin usar los de la frente.
Es cierto que estoy dormido
cuando creo estar despierto.
Por eso yo siempre digo
las falacias de los sueños.
Pero no es menos verdad
que lo que en mi pecho siento
me obliga a derramar
el amor más puro y cierto
que el cielo pudo inventar.
¿Qué sombra anida en la mente
y que se clava dentro en corazón?
¿Serán garfios de la muerte
o esputos de un falso dios?
Sin el más mínimo esfuerzo
me arrullan sin compasión,
con dolor más duro y fuerte
que pueda haber bajo el sol.
Ese dolor no es dolor
es mas bien un estruendo
que parte mi alma en dos;
cuando cruzo la ensenada
que han nacido de los sueños
sin claridad, ni esplendor.
¿Se serán los ojos de las estrellas
cuando con sus lágrimas riegan
el silencio dormido del amor?
Decir sólo amor, no sería bastante
ya que ofendería a Dios.
Y por supuesto que ella,
no escucharía mi canción.
Mi canción es como un fuego
que ofrezco como una flor
a las sonrisas del alma,
con eterna paz y clamor
de aquella que siempre vive
como esclava en mi interior.
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