martes, 6 de abril de 2010

EN EL DIMINUTO ESPACIO.

En el diminuto espacio de un suspiro
se haya el castillo de una sombra
y custodiando las espadañas
un centinela hambriento,
desconocido en el orbe de la tierra.

No encuentro a nadie que ilumine
el sendero solitario del destierro,
ni una paloma, ni el viento,
sólo las estrellas enmudecidas
dan respuestas a los alaridos del suspiro,
con la brisa tibia del otrora,
donde descansan las manos del silencio.
Y en el silencio se guarece en soledad.
El solitario suspiro ya no puede despertar
porque su aliento se ha ido
para nunca regresar
entre suspiros perdidos.

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