lunes, 26 de octubre de 2009

SOLAMENTE HAY dos caminos

Solamente hay dos caminos
para. cruzar el ancho mar.
Uno, es amar a Dios
con profunda confianza
y siempre estará su amor
inundado de esperanza,
el alma y corazón.

El otro, un mundo dislocado,
el cual lo desdeño yo,
Cuando en mi ser hay pecado
me revuelco en el dolor
con el pecho traspasado
y el alma partida en dos;
como un león enjaulado
sin poder mirar a Dios.

¿Para qué quiero el jaral
si también han de morir?
¿Para qué buscar el viento
qué jamás podré abrazar?
Prefiero vivir, cual muerto
en mi alfombra de cristal
aunque sea en sueños despiertos.

Pero en ellos, hay libertad
para cruzar las murallas,
donde se junta el silencio
con los gritos de la paz,
donde duerme el pensamiento
en alfombras de coral.

Todos los sueños son ciertos.
Como los niños al jugar
que convierten sus quimeras
en ínfima realidad.

Por eso quiero ser niño,
para jugar y pensar
en los fusiles de cañas,
en caballos de papel,
en las pelotas de trapos
y en los panales de miel.

Quiero arrastrar con mis brazos
las montañas de cacharros
que cogíamos en muladares.
Aquellos que de la herrumbre
atábamos a los zagales:
los corríamos por las calles
lo mismo que gaviotas
sin hacerle daño a nadie.

No sabíamos, qué eran drogas,
ni falta nos hacía el saber.
Pero si veíamos al hombre
y también a la mujer,
con el respeto y cariño.
que quisimos mantener,
más allá de la vejez.

No teníamos que comer,
pero existía en abundancia
el respeto a todo ser
y sobre todo a los padres
cuando estaban en el vergel
del ocaso de la tarde.
Les devolvíamos con miel,
tantos besos que las madres
nos dieron un día al nacer.

Quiero seguir siendo un niño
cada día al acostarme.
Quiero derramar cariño
sin tener que avergonzarme,
por abandonar a unos seres
que dieron hasta su sangre
para que yo fuera hombre
como un niño en cada tarde.
Eso es lo que he dicho ¡Hombre!
¡que siempre supo afeitarse!

De ahí que sea mi camino
el sendero al más allá,
donde sé que lo Divino
nunca me traicionará

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