Ese ángel que poseen los poetas,
me
imagino que será, un rayo de fuego que culmina en su alma como un juego
y que abren del cielo, las ventanas y las puertas.
A la grupa de las ninfas y fantasías
voy saltando las vallas de lo incierto.
Convirtiendo en realidades las poesía
que nació en mi obtuso pensamiento.
y que despiertan sus sueños cuando duermen
en la montaña supuestas de locura;
aunque creo que son los brujos de los duendes
los que siempre son capaces de expirarles,
los dichos sueños a pechos de criaturas.
Sueños que una vez fueron paridos
y crecieron en los senos de cordura.
que el ángel que guía al poeta
fue alguna vez un escritor,
o una deidad o un cometa
o quizá del cielo alguna flor,
capaz de abrir algún puerta.
Por decir, de par en par
para que entrara y saliera
la luz con su claridad,
en amarantos, azucenas,
los mares, cielos y la tierra
y toda la clase animal.
para con ellas volar
enredado en fantasías,
de amor que nace al llorar,
entre las noches y los días
y de su sueño se llega a despertar;
lo que sumerge en odas y elegías
sacando de la tierra y la mar,
su belleza, y las convierte en poesías.
El poeta es humilde,
carece de vanidad,
él reparte y nunca pide
y lo que su diestra da,
procura que se le olvide.
Tan
sólo piensa en crear,
o mejor dicho sería.
El sólo intenta engendrar
realidades con poesía,
con sueños sin despertar,
para que alguien un día
bien le pueda recordar,
como sombra o luz que guía
al peregrino al andar.
*