Sé qué muchos pensarán
qué es delirio de la
mente
lo que les voy a contar.
Vi las sombras de la
muerte
que me quisieron pisar;
sus pasos eran inermes,
sus sandalias de cristal
y de un fuego trasparente
que casi llegó a quemar
los destellos de mi
mente.-
Todo lo llegué a olvidar
cuando me dio dos pisadas
consiguiéndome borrar
lo que un día fue la cara
partida en dos metas.
De rabia empecé a llorar.
Cuando más daño me hacía,
reía, como un loco sin
parar.
Le arañaba, le mordía
con compasión y sin
piedad
y la muerte, más se reía;
hasta que llegué a un
lugar
que a los dos nos
sepultaron
en la estridente
oscuridad.
La muerte quiso marchar
pero se quedó enredada
con mis huesos hasta el
final.
No pudo hacer jamás nada
a nadie su negra disfraz.
Fue para ella, tal
sorpresa
no ver luz nunca, ¡jamás!
porque siempre quedó
presa
mientras mi otra mitad
voló hasta las florestas
que hay, en el más allá.
Allí me encontré pintando
en el espacio
sideral
una estrella que su mano
me impregnó de claridad
y me trató como hermano.
Le di un beso en la
frente
y ella se hecho a
temblar.
Fue el amor más sugerente
que nadie pudo
expresar,
con menos voz y más
fuerte,
que a mi alma hizo llorar
de tanta felicidad.
Dibujamos entre los dos
en su rostro la mirada
del más diminuto sol
y el calor que aquél nos
daba,
era aún mucho mayor
que el que pensé que
copiaba.
Mi estrella disminuyó
hasta convertirse en
sombra.
Se metió en mi corazón
como en su nido la
alondra.
De pronto me desperté
y vi que sólo fue un
sueño,
pero en mi interior noté
como si aquel sol pequeño
fuese parte de mi ser.
Éste se posó en la
puerta
de mi corazón herido
y me gritaba –¡Poeta!
Dibuja lo que ha vivido
en periplo de una
estrella,
del tal sueño que ha
tenido
de copular con aquella,
Tu muerte ya ha perecido.
para su desgracia eterna,
más allá donde el olvido.
*