Soñando fui a una
estrella
que está muy seca
del Sol,
y al encontrarme
con ella,
me mostró la
Osa Mayor.
Y al guarecerme en
aquella
me convenció que
el Creador,
no necesita
fronteras,
ni espacio a su
alrededor
para que todos
supieran
la grandeza de su
amor.
Con tal fuego allí
soñé
que hasta jugaba
con Dios;
y hacíamos dulces de miel
que Él me dio con gran cariño
para llevarle a los niños
que no teníenen que comer.
Qué inmensa es Su bondad,
la que no sé comprender
que en los días de navidad
no se convierta tal sueño
en gestos de realidad
que sacie a tantos pequeños,
Espero hallar las razones
que nos lleguen a aclarar
a los inicuos corazones
¡cómo dar un poco de pan!
A esas brillantes legiones
de niños que han de sembrar
los pilares del estambre
que al hombre ha de amparar,
si no matamos de hambre
a esa bella humanidad
que van derramando sangre
por los ojos, al llorar.
*