miércoles, 29 de enero de 2014

ME GUSTARÍA GRITAR.


               

Cómo me gustaría gritar, Dios mío,
cual un loco enardecido,
esa montaña de amor
que en tus hijos haz vertido.

Si me atreviera a chillar, Señor,
sin que nadie me tomara por un loco,
hasta eso, sin vergüenza  llegaría,
y aún pienso que sería poco
para expresar la alegría
que de tu bondad recojo.

Siento el bramido del mar
y el aroma de las flores;
me parecen un gritar
el derroche de favores
que das a la humanidad.

¿Acaso soy un demente
que se empeña en prodigar,
de una manera insistente
tu obra a los demás?

Si estoy loco, Señor mío,
quiero vivir sin cordura
entre mis sueños "perdido".
Porque sé con desmesura
que en mi pecho estás metido,
e igual que en toda criatura.

¡Dejadme soñar despierto!
Aunque sea por caridad.
Antes prefiero estar muerto
que vivir en la realidad
de algunos cuerdos supuestos.
                     *