martes, 26 de noviembre de 2013

CUANDO LEEMOS A UN AUTOR.


REBELDÍA.
                                                     *

Cuando leemos a un autor,
el hombre se lo imagina 
como una especie de dios
si al cual no  lo conocemos,
ni hemos escuchado su voz.

Si en cambio del escritor
se conoce su persona,
buscamos de su interior
la más negativa sombra,
al pensar que no hay razón,
para crear alguna obra,
que su pluma nos dé amor.

Siempre se cumple el adagio
de no creer al profeta
por los hombres de su barrio.
De ahí que surja el dolor,
cuando el hombre de tu pueblo
le supone embaucador.

¿Puede haber algún veneno
más mortal que tal razón?
Cuando lo enterramos es bueno,
Vivo, ¡el que menos en desertor!

martes, 19 de noviembre de 2013

MI AMOR POR ELLA.

         

 

QUISE ENCONTRAR EN LA FRÍA...     
                         *                

Quise encontrar el la fría estela del silencio
algo que creo que no existió
y sí existió, ya no recuerdo su nombre.
Sólo llega a mi memoria
aquella loza que mis ojos no pueden taladra.

No la pueden perforar
porque el escudo que custodia aquel silencio
es un estruendo sepulcral
que despotrican las miradas de los ojos,
para que no puedas mirar,

aquellos ojos azules que vieron las estrellas,
los labios que sellaron  nuestro amor,
las manos que estrecharon este pecho
que hoy se parte en dos mitad por el dolor
de tantos errantes maltrechos.
 
Y en cambio no recuerdo sí exististe
o en mis sueños fuiste una ilusión
que al despertarme  de ellos,
sólo escucho el estruendo de tu voz,
y el estampido desgarrado del silencio.

                                             Y el supuesto llanto de una alondra
que se empeña en volver a despertar,
lo que sé, que no existió en la memoria.
Sí algún día esa sombra se extinguiera
y mis sueños se volvieran realidad,

te aseguro que las fauces de la muerte,
para mí sería, como un nuevo comenzar,
desprendido de sus brazos como un puente
para unirnos a los dos en el más allá,
donde el sueño ya no es un sueño,

si no una bella  realidad.
Y eso para mí, tan sólo tiene un nombre,
el que he de bordar con oro en las estrellas.
Es muy simple, si se pintará en el Cielo
al conjugarle es el verdadero amor
que al simplificarlo es ¡Aún te quiero!
                     *

lunes, 11 de noviembre de 2013

REBELDÍAS.



Yo escribo para mi pueblo:
ese que me vio nacer:
les cuento fábulas y sueños
y ellos los saben entender
que mi mundo no es pequeño,

ya que en él se puede ver,
la bravura de los mares,
el zafiro y los corales,
cataratas y manantiales
y los ojos de las estrellas,

mirando los alcatraces
y la sonrisa del viento
besando la libertad
de frondosa primavera
que inunda la humanidad,

con perfume de sus labios
y las caricias de bondad;
de las montañas de sueños    
derramadas de la faz
de mi fértil pensamiento.

Mi pueblo sabe entender
el idioma de las flores
que yo les llevo al papel,
bordados con la pluma del amor,
como si fueran guirnaldas

trenzados con los suspiros
de una luna enamorada
de los destellos del cielo,
de alondras y las mañanas
cuando despliegan sus alas

y el gemido del cariño.
de la más frágil garganta,
                                             más tierna de cualquier niño.
¡Cuántas praderas de sueños
frustradas en la distancia!
 
¡Cuántos recuerdos dormidos
en la vejez  de una infancia.
Dormidos en cenotafios
cual si no hubieran nacido.
Y en cambio sé que están vivos,
 
esperando que una pluma
se atreva  a derramarlos
al corazón de mi pueblo,
de los que me han comprendido
y que de amor me han dotado.

¿Quién de nosotros  ha sabido
lo que es felicidad?
¿Dígame si no es verdad
de lo que está en nuestras manos,
quién lo sabe valorar

antes de haberlo perdido?
Yo, como usted soy humano
y no sé qué contestar.
Si fui en realidad muy llano
o aún soy un animal,

que no ve de dicho espejo
la más bella claridad. 
Si comprendió mi mensaje,
no lo deje usted pasar,
ya que es pueblo que me entiende
lo que intento trasladar
a todo el que me comprende...
                *

viernes, 8 de noviembre de 2013

SUEÑOS.


                  

Sé que muchos pensarán
qué es delirio de la mente
lo que les voy a contar.
Vi las sombras de la muerte
que me quisieron pisar,
sus pasos eran inermes,
sus sandalias de cristal
y de un fuego trasparente
que casi llegó a quemar
los destellos de mi mente.
Todo lo llegué a olvidar
cuando me dio dos pisadas
consiguiéndome borrar
lo que un día fue la cara.
 
                       De rabia empecé a llorar.
Cuando más daño me hacía,
reía, como un loco sin parar.
Le arañaba, le mordía,
con compasión y sin piedad
y la muerte, ¡más se reía!

Hasta que llegué a un lugar
que a los dos nos sepultaron
en la estridente oscuridad.
La muerte quiso marchar
pero se quedó enredada
con mis huesos hasta el final.
No pudo hacer jamás nada
a nadie su negra faz...

Fue para ella, tal sorpresa
no ver luz nunca, ¡jamás!
porque siempre quedó presa
mientras mi otra mitad
voló hasta las florestas
que hay, en el más allá.
Allí me encontré pintando
en el espacio sideral                
una estrella que su mano
me impregnó de claridad;

le di un beso en la frente
y ella se echo a temblar.
Fue el amor más sugerente
que nadie pudo expresar, 
con menos voz y más fuerte,
que a mi alma hizo llorar
de tanta felicidad.

Dibujamos entre los dos
en su rostro la mirada
del más diminuto sol
y el calor que aquél nos daba,
era aún mucho mayor
que el que pensé que copiaba.

Mi estrella disminuyó
hasta convertirse en sombra.
                       Se metió en mi corazón
como en su nido la alondra.

De pronto me desperté
y vi que sólo fue un sueño,
pero en mí interior noté
como si aquel sol pequeño
fuese parte de mi ser.

Éste se posó en la puerta  
de mi corazón herido
y me gritaba ¡Poeta!
Dibuja lo que ha vivido
en periplo de una estrella,
del tal sueño que ha tenido
de copular con aquella,
Tu muerte ya ha perecido.
para su desgracia eterna,
más allá donde el olvido.
                *

jueves, 7 de noviembre de 2013

QUISIERA TENER LA BOCA.


 

Quisiera tener la boca más grande
y más amplia que el corazón
y una fe que fuese semejante al Sol.
Pronunciaría con los labios del alma,     
el amor que me dio Dios:
los que recibo de ti, Padre,
sin merecer tal favor.

Por lo cual yo no maldigo
las guadañas que segaron
la mies que creció conmigo,
con cizañas y desamparo.
Hoy camino cual mendigo
buscando lo que robaron
del interior de mi pecho
lo que sé que me legaron
las estrellas de mi sino
que desde el Cielo llegaron
para allanarme el camino. 

No sé que clases de amigos
en mi senda se cruzaron
para sepultarme vivo.
Sólo sé que me enterraron.

Cuando la luz ya sea opaca
y se pierda los destellos de mis ojos.
Cuando el tiempo tibio de la noche
se sumerja en sonrisa de la distancia:
será el bramido del viento
el que retorne llamaradas sin nombre
del fuego que dejé inerme,
erguido como una estatua
en las sombras del silencio
que cual gaviotas graznará,
al que no quiso escuchar
lo que mi pluma chillaba.

Allí estarán escondidas
como nubes de palomas,
en una tumba enjaulada:
con rosas de invernaderos;
cuando en realidad eran niñas
que sólo pedían agua,
para mojarse los labios
y sus fauces quebrantadas
de llorar como unas ninfas.
 
                       Porque nadie la escuchaba
antes de ser sepultados,
los  destellos de mi pluma.
Ahora sí que gritan fuerte
cómo estruendos del magma. 

Qué lastima de aquel fuego
que murió sin dar calor
al que más necesitaba            
una sonrisa del viento,
para derramar las llamas
del amor que llevó dentro.

Hoy tan sólo tendréis  hambre
porque quedaron tatuadas
una nostalgia  sin nombre,
sin poder recuperarlas.
Ya no se puede enmendar
ni tan siquiera una coma del ayer,
aunque los hombres nacieran
dos, o por tercera o cuanta vez...

El Sol ya no existe para mí,
ni la luna, ni el fragor de las estrellas,
ni la sonrisa del mar.
Tan sólo dejo los suspiros esculpidos
entre  las hojas del papel
y en los brazos del silencio.
El que seguirá acariciando mis cenizas
con un beso de las sombras,
arrancadas del un olvido sin respuesta.        
                      *
 

miércoles, 6 de noviembre de 2013

UNA NOCHE YO SOÑÉ.



                                            Una noche yo soñé
                                            que hablé con Miguel Hernández.
                                            Como un niño me asusté
                                            al ver que quería arañarme.
                                            Me preguntó muy amable,
                                            por algo que aún no sé.
 
–¿Por qué pintas sombras negras
en blanqueado papel?
No ves que son como piedras
con fauces para morder,
como si ellas fuesen fieras
que hieren a quien te lee.

Si miedo sentí en mi sueño,
su pregunta aún fue peor
al sentirme tan pequeño,
me retorcí de dolor
que hasta se me cambió el ceño
y le repliqué con furor.

–Escribo porque me gusta
y porque es mi obligación,
derramar toda pregunta
que duerme en mi corazón.
Y que en lúcidas catacumbas
"algún dios las sepultó".

–No culpes a quien no existe
de tu mala formación.
Yo como tú, fui pastor
que sufrió cual tú sufriste,
pero imperó mi ilusión,
aunque mi final fue triste.
 
–No sabes como lo siento
lo que un día hicieron contigo,
aquellos que en  un momento
y con rencor de enemigo
sepultaron tu talento:
yo desde aquí los maldigo.

Es cierto que fui un labriego,
pero también es verdad
que dentro del hombre lego
puede existir ansiedad
de propagar como un fuego
ese don que Dios nos dá,


a manera de un juguete,
para que pueda llevar
al lector que hay en la gente
aguas de algún caudal
que a ese dicho contingente   
les deleite el paladar.

–Me consta, que eso es cierto,
por que derrochas amor
con tu obtuso pensamiento.
Pero le falta candor
al interior del contesto
que tú prende sin calor.

–Yo sueño que alguna estrella
venga  un día a darme luz
que pueda encender con ella
lo mismo que hiciste tú,
alguna poesía bella
aunque sea en mi senectud.

–Lo tuyo, es  enfermedad
o más bien  una osadía 
que me atrevo asegurar
que en ti, anida la envidia,
como a tantos al pensar
que crear es fácil lidia.

–No sea cruel conmigo
compañero de fatigas,
ya que siempre fui tu amigo
e imploré al más arriba
que condene al enemigo
que te arrebató la vida.

Aquellas vestías salvajes,
masacraron a  su hermano
con los mayores ultrajes;
que tan sólo los humanos
de realizar son capaces,
bañando en sangre sus manos.

–Rogelio, me ha convencido
tu forma de razonar
y me siento arrepentido
de haberte juzgado mal.
Ahora sé que tu sentido
es de un poeta total.

Me desperté acongojado
de aquel sueño con Miguel:
con el pecho traspasado
y de dolor me arañé
el  cuerpo de lado a lado,
por lo que hicieron con él.

Pero la idea que tenía
de mis poemas Miguel,
me sumergía en la agonía
que jamás tuviera un ser.
Porque hundió mi fantasía
en cloacas de la hiel.

Perdí la fe y la esperanza
cual si fuera maldición
y miré a lontananza
donde buscaba un rincón.
Por sí Pandora  en su danza
de mi pluma hizo un bufón.

Sí lo hizo, la maldigo,
porque ella me convirtió
con su hazaña  en mendigo
y a mi Aedo confundió,
cual si fuese un enemigo
de mi pluma y de mi Dios.

Si algún día por ventura
encontrará el candor
que me negó en desmesura
Pandora de resplandor
y a mi pluma de dulzura.
Juro que a dicha criatura,
le muerdo en el corazón.
                 *