miércoles, 21 de agosto de 2013

ARBOL QUE VISTES NACER.


 

     Árbol que vistes nacer
     y crecer a las alturas.
Árbol de muy fuerte pie
que diste frutas maduras
tan dulces como la miel
de suntuosa dulzuras.


     Agua y frío en su aliento
él tuvo que soportar
y en sus ramas desaliento,
porque se fue a otro lugar
donde el silencio gritaba,
sin labios para llorar
lo que de él, no quedaba.

Al llegar la primavera
     volvía a florecerer
Vida sombría o somera.
Qué majestad de doncel
que con su dulce amargura
se fue dejando meter
dentro de una sepultura.

Árbol de frondosa sombra
que en abundancia daría
al ruiseñor y la alondra.
Y que el rocío recibía
sus frutos al amanecer
donde la noche y el día
no se podían conocer.

Como tantos árboles más
     se acabó su juventud.
Secas ya estaban sus ramas
y alguna las hicieron cruz,
otras astillas quemadas
con estrellitas de luz
que era esfinges de una nada.            

Fue la cruz de su agonía
    la que no pensó alcanzar.
Aunque seguro tenía
que le abrían de quemar.
Pero nunca pensaría
que le podrían olvidar.

Fruta dulce de su ser
al que jamás conocía
se las dio para comer.
En cambio hoy gritaría
¿Qué pecado es la vejez
para tener esta agonía
y qué se  olviden de mi tez?
        
Árbol de honesta fragancia
y que un día envejeció,
sumido en la ignorancia
su vida desvaneció.
Sin pensar en el pasado,
ni porque alguien cruzó
su pecho de lado a lado.

Llorar por los que se han ido
    es como llorar en la mar.
    Llora por lo que has perdido
es como querer mirar
sin luz en la oscuridad,
las cenizas del olvido
sin buscar la claridad.

Verás, cuánto se te ha ido
y no podrás encontrar
aquellos frutos perdidos,
ni volverles a probar,
el fruto de dulce miel
que un día a tu paladar
le diera el mayor placer.
               *   

jueves, 1 de agosto de 2013

LOS HOMBRES SON SEMEJANTES.



          Los hombres son semejantes
a contingentes de hormigas:
se mueven de parte a parte
en busca de la comida.

         Sólo que ellas reparten
lo que guardan en el granero,
con todos los de su clase
y no les piden dinero.

         ¿Por qué los seres humanos
que son más civilizados 
no le dan a sus hermanos,
ni aun lo que le han sobrado?

         Yo no soy mejor que ellos
aunque me ponga el disfraz
de suntuosos destellos.
¿A quien le doy, ni aun la paz? 

         ¿Al qué más lo necesita
o al que me puede dar más
de lo que al infeliz quita
sin derecho a reclamar?

         Por lo cual creo que callando
quedo en el mejor lugar;
         porque de seguir hablando
sé que lo voy a empeorar.
                     *