SEA EL PRESENTE POEMA
EN HONOR A MI AMIGO
Juan Conejo...
Me desperté una mañana
al
terminar de soñar
y oír
que el mar me gritaba.
Bramar,
clamaba y lloraba
y busqué
cómo escapar
de
aquella hacha afilada
que sus
gritos me arañaban.
Yo me pierdo en su parcela
y en su
alfombra de coral
y en las
profundas llanuras
donde
existen muchas vidas
a las
que nunca llegarás,
por
muchos años que vivas.
Y oí el mar que decía:
–A los rizos de mis olas
la vida
le han de quitar
sino evitáis
ahora
los
vertidos a la mar.
¡Defiéndeme
que estoy sola!
En mi parcela del coral
es lugar
de tantos peces
que a
los cuales haces llorar:
–¿A que
mundo perteneces
con ese
negro disfraz?
¿No veis
el cómo perecen
esas
almas de mi hogar?
Todos tienen su parcela
florida y acomodada.
El que puede
volar, vuela.
Y hay
más de uno que nada
para humear en la ribera.
La parcela destinada
a las
distintas especies
que
galopan cual corceles
de la
gran profundidad.
Son
semejantes a esos seres
que
viven en la ciudad.
Llorando
decía la mar:
–Quiero que alguien me vele.
Alguien
que quiera cuidar
que mi
sangre no se hiele
vertiendo
más suciedad.
Dejad
que mis peces vuelen,
los que
no quiera nadar.
He alimentado a tus padres,
bañado a
más de un chaval.
Espejo
soy de la Luna
y en
museos está el coral
que un
día bañó mi cuna.
Deferencia quiero alguna
por legarte
el litoral.
¡No
viertas más tus basuras
que tu
te haces el mal!
No matar
a esas criaturas
que
habitan dentro del mar,
ya que
siendo mis aguas puras
todos os
podréis bañar.
Lloro, gritando, bramando
con los
rizos de mis olas
que el
litoral va bañando.
Y voy
muriendo, hora a hora
del
mugre que vais tirando
la que a
mi alma la devora.
¿Cuántos
poetas llegaron
hacer de
mí, un cantar?
¿Cuántas
mujeres lloraron
esperando
un regresar?
En mis sueños
voy gritando:
No maltraten,
más a mi mar.