A la memoria de la mujer
maltratada.
*
Alguien dijo alguna vez
“Que era un acto criminal
maltratar a una mujer”
yo les digo de mi parte
qué abominable, lo es.
Yo sé que algún día habrá alguien
que
hagan un monumento a esas diosas,
como
homenaje a la maltratada mujer,
víctimas
de incomprensión y maldad.
Pondrán
sobre el pedestal,
la
lujuria y la codicia,
de
tal acto criminal,
el
ultraje y la avaricia
del
hombre cual animal.
¿No
piensan que la mujer
fue
puesta sobre la tierra,
por
la mano de Yahvé,
para
hacer paz donde hay guerra
y
a alumbrar a otros ser?
Ellas
son madre y esposas,
luz
y flor de amanecer.
Su
fragancia es cómo rosas,
su
dulzura, cómo miel
que
derrama en toda cosa.
Por
todo el amor de Dios,
no
ofender a la mujer.
Todo
aquél que la maltrata,
sólo
podrán recoger
“Aquellos
que a hierro matan
que
en hierro han de perecer”.
La mujer es el espejo
de
toda la humanidad.
Es
madre, esposa e hija
que
el amor lo suelen dar
sin
que nadie les exija.
Cuando la mujer sequeja
es
porque el dolor en ella,
es
mayor que cualquier daga
clavada
en el corazón.
La mujer es una estrella
que ilumina más que el sol.
El aroma de
azahar
no se le semejan a ellas
ya que van sembrado paz
con toda su alma bella.
Si te enoja con alguna,
ponerle un poquito de miel.
Háblele usted de la luna,
de las dalias o el clavel,
y de mentiras, ninguna.
Será un nuevo amanecer
el que despierte en su cuna.
Esas calmas han de ser,
almizcles cual de aceituna
en el pecho de mujer.
Mimarles en la juventud,
en el dolor y el placer,
con la mayor magnitud.
Porque luego en la vejez,
es columna de la cruz
que le ha de sostener.
Yo les digo de mi parte
que es muy bella la mujer.
El matrimonio es un arte
que allá en el atardecer,
es compañía importante.
¡No maltrates a la mujer!
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