viernes, 30 de septiembre de 2011

REBELDIAS...

*
LA TELEVISION.
Se me rompe el corazón
cuando veo esos programas,
de hambre y desolación.
De esos niños que se mueren
en china, sin compasión.
¿Y los que tienen deberes
de arreglar tal situación,
de esos seres que se duermen
sin nada de compasión?

Sí yo tuviese el remedio
para calmar el dolor.
Estamos locos los cuerdos.
¿Hasta cuándo por favor?

Esos cuerpos destrozados
sin asear y sin comer.
¿Estamos los hombres ciegos?
¿Ciegos, sin quererlo ver
que podemos dar sosiegos
con nuestras sobras tal vez,
a todos los niños legos?

Me hablan de amor, y no creo
que pueda existir en verdad.
Yo soy cual Santo Tomás,
para creer he de tocar.
En cambio yo quiero ver
la fuente de tu deseo
y sacar toda la miel
para endulzar mis deseos.

Señor,
Tú que escucha mi plegaría.
Paz para mis deudos
y amor a la humanidad
para mis hijos empleo.
Para los pueblos la paz.
Para los hombres deseos
de hacer el bien y no el mal.
Para mí, no pido nada,
tan solo Tú voluntad.

Tú, sabes que no sé andar.
Voy arrastrando cadenas
que me impiden caminar.
Sí yo supiera romperlas
y cambiarlas por espejos
aún sin marco el cristal,
donde se viera mi alma
con su luz y oscuridad.

Tal vez que, ya no existiera
en mi pecho tanta llama
que hasta me llega a quemar.
Y siempre trato de ocultarla
en esa tumba sin faz,
donde mueren las palabras.
Palabras son y nada más.

Quizás que esas cadenas
las he trenzado al andar
en mis cavernas de penas,
culpando a los demás
de mi prisión sin condena.

Y no paro de buscar
el cómo librarme de ellas.
y apenas si sé llegar
al corazón de los hombres,
porque no sé, predicar
lo que en mi pecho se esconde
de Tu Benigna Bondad,
Señor enséñame como andar
y que derrame bondad
llevándoles Tu palabra
a toda la humanidad.
Tú sabes que no sé andar.
Enséñame a caminar
Para llevar tu palabra
a toda la humanidad.

jueves, 29 de septiembre de 2011

NADIE ME CONOCIA...

No existe mayor dolor,
ni más cruel desengaño
que en tu propia población,
te miren como a un extraño.

Yo no desprecio la muerte,
ni el infierno, ni la cruz.
Yo solo temo a la gente
que manchan el cielo azul.

Porque no es mi mala suerte
la que me da esta agonía.
Es tan solo y simplemente
el amor a la poesía.

Por lo cual no soy el dueño,
ni de la noches o los días.
e inclusive hasta mi sueño
lo convierte en agonías.

Parece una maldición
que en el vientre de mi madre
se clavó en mi corazón
como espinas del baladre.

Me siento como un extraño
en mi propia población;
donde tanto desengaño
van mermando una ilusión.


Y esa espada va rasgando
mi alma y mi corazón,
al que va descuartizando
sin mostrarme una razón.

¿Es qué nadie me conocía
en el lugar que nacía?
Fue tan triste la agonía
que al hombre no comprendí.

Si nadie me conocía.
¿Por qué me sentí morir
cuando la luz me impedía
a los míos distinguir?

Al hombre no comprendía
en el filo de la tarde.
Y entonces pense en mi madre
si también me aborrecía.

No me debió de parir,
ni darme nombre siquiera,
ya que no sé distinguir
la verdad de una quimera.

La luna no me alumbraba,
el sol, me negó el calor
y mi estrella me negaba
su obligado resplandor.

Busqué en la brisa del viento
en las algas y el coral,
a Dios, con el pensamiento
creo, que se negó a escuchar,

y sentí que Él, repetía,
que era escoria del desierto.
Tampoco me conocía:
me sentí mil veces muerto.

Pense, ¿Estaré durmiendo?
Y me quise despertar.
Por lo que fui descubriendo
yo semejé a un muladar.

Realidad despavorida;
Tanto, que llegué a llorar
Porque esa cruz de mi vida
era igual que un retamar.

Las miradas de la gente
parecían ascuas de fuego
que me abrasaban la mente
y a mi corazón de lego.

Sentí asco de mí ser
y la luz que viera un día
mi primer amanecer,
del que yo me arrepentía.

Que el hombre me despreciaba,
en sus ojos pude ver.
La mayoría me negaba
el derecho a ser un ser.

Esa flor que le dio vida
al fondo de mi interior,
llegó a ser incomprendida
y se secó de dolor.

Y nadie me conocía
cuando siempre estuve yo,
esclavo de la poesía
que derramé con amor.

¡Maldecir! No voy hacerlo
porque no es de educación.
Pero mirarles con genio,
eso sí, que lo hago yo,
a los que niegan mis sueños
de mi propia población.
*

NO SOY DIFERENTE AL PENSAR...

Me pierdo en el maremoto mundano
con la daga que hiere el pensamiento.
Siento el contacto de una mano
que me lleva como hojas con el viento.

No soy diferente a las criaturas
y mucho menos poseo algún encanto
que pueda destellar ciertas dulzuras
de la rosa o el cáliz del amaranto.

Siento que desgarro la escritura
vertida en las garras del deseo,
o ataviada con sierpes de amargura
y hasta me espanta muchas veces lo que veo.

De corrompidos y hastío corazones,
embrujados por tinieblas tenebrosas.
No es extraño que se fruten ilusiones
y que prefieran leer obras de prosas.

Pienso y siento el dolor como cualquiera,
el amor, la amargura y la tristeza.
Y fabrico en mi pecho la quimera,
como el niño que se ampara en su pureza. .

Galapo con los sueños en el viento
y me adentro sin saberlo en un abismo
donde veo corrompido hasta mi aliento.
¿Son esputos engendrados por mi mismo?

Cuando el frío y dolor traspasa la agonía,
me abrazo como un niño en los brazos del ábrego
y grito como un loco –¡Dios mío que alegría!
al volver la lucidez como un rayo al hombre ciego
que se ahogó alguna ves, en su infecta fantasía.
Y entonces exprimió su frente blanqueada,
para hallar el sabor del dulce sueño.

Fui bebiendo del agua que tú bebes
y he caminado como un ciego en el deshielo.
Con la lánguida ternura de esa nieves.
fabriqué igual tú, castillos en el suelo.

Fui un molde, semejante a ti, criatura,
también llegué a pensar que fui gigante
y hoy que veo la fría sepultura,
soy la nada de un deshecho, caminante.

No derroches de tu estío la fragancia
y conserva en tu alma la alegría.
Ve sembrado en tu entorno la elegancia
y sobre todo, de español la gallardía.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

COMO AMARGA EL DULCE

Cómo amarga el dulce de la miel
en mi pecho herido por la daga.
Mi alma va sangrando por la llaga
cuando bebe en la fuente de la hiel.

Veo en la tinta derramada del papel
la sombra tenebrosa que me embarga.
Quiera el cielo que de mi nunca se salga
la dulzura del amor, por ti mujer.

Cuando bebo en el caudal de la distancia
agua viva de la fuente de tu encanto.
Me pregunto ¿Si será mi petulancia

la causante del rocío de tal llanto?
Aún percibo de tus auras la fragancia
cual olor del jazmín o el amaranto.
*

martes, 13 de septiembre de 2011

SI PUDIESE DESPERTAR

Si pudiese despertar
para saber sí mi sueño
fue algún día realidad.
Si lo fue, ya está tan lejos
que no puedo recordar
de su cristal los reflejos,
ni tu nombre, si es real.

Sólo sé que es una sombra
lúcida como el coral
que me araña el corazón
y no me deja ni andar.
Cuando creo que despierto
y veo que estoy dormido,
ya no sé si es que estoy muerto
o en las garras del olvido.

Porque veo en el pensamiento
que en el tiempo se ha escondido,
y lo llamó y lo llamó,
y lo llamó desde adentro
de mi ser como un mendigo.

Y el cristal que nos separa
del ensueño que he tenido,
no deja pasar los gritos,
y que los escuche ella,
si es que en realidad ha existido.

Tal vez que esté en las estrellas
o quizá en mi interior
donde aún siento sus huellas.
Cuando me duermo, al soñar
siento caricia de ella,
igual que cuando su faz
la ponía sobre la mía
para poderla besar.

Por eso, en mi fantasía
seguirá inmortalizada
mientras que en mí haya vida;
y bien sé que aún más allá
estará en mi ser metida,
como en los mares la sal,
hasta que el Orbe se extinga,
yo sé, que aun vivirás
en mi corazón dormida.