lunes, 26 de abril de 2010

¿NO ME QUEDA NADA....?

No queda nada de tu estepa,
ni siquiera el retrato de tus labios,
ni una lágrima perdida en la arena.
Sólo la nada de una noche enferma,
atada al sotavento de mi barca;
allá en las frondosas espadañas
de una noche inmigrada,
donde arde el fuego del recuerdo
en las claraboyas de un alma.
Como un suspiro sumergido
en el deshielo de campanas,
ennegrecidas de silencio.

Oh, nada, absolutamente nada,
sólo los aguijones de la sombra
esparcida con el eco de tu nombre.
Como una rosa marchita
en el surco de un camino
polvoriento de cenizas,
ocultas tras las murallas
de la muerte sin más nada.

Donde pastan las hormigas rojas
del recuerdo inconfundible
de una sombra ya sin nombre
y fondeada en los mares de la nada.
Cual navío fantasma a la deriva
que galopa al encuentro de tus ojos;
aquellos que miraban las estrellas
con sus lágrimas doradas,
de púrpura y terciopelo.

Hoy centellean en las aguas de mis mares
como dardos relucientes de tu cara.
Y el zenit que converge en el coral,
después de tu mirada ¿Qué queda, ¡amor!?
La sombra de una nada
anclada en mi corazón.

viernes, 9 de abril de 2010

EL LLANTO DE UN PEDERNAL

Yo he visto una piedra dura
rodando por una loma.
Qué misterio y hermosura
sí ella hablara algún idioma.

Un trozo de pedernal.
Testigo de tantos hechos,
¿Cuál seria su lugar natal?
¿Dónde fue su primer techo?
Yo me suelo preguntar.

Descansa en aquélla loma
disfrutando del perfume,
de las flores y de su aroma.
¿Cuál seria su volumen?

Sin duda hay un lugar
donde alguien la ha partido.
Sin dejarle descansar
a su alma ha dividido.

Testigo desde los tiempos
de orígenes muy lejanos.
¿Cómo sería su origen
y lo primeros humanos?

El humilde pedernal
que rueda por una loma
dónde le quieran dejar
sin hablar ningún idioma,
va contestando a mi broma.

–Yo quisiera desplazar
lo que hay en mí memoria.
¿Les gustaría escuchar
una inverosímil historia?
He rodado por los mares,
oasis que son desiertos.
He visto muchos animales,
algunos, muy corpulentos.

Recuerdo tantas figuras
de formas incalculables.
He visto muchas criaturas
cataratas y manantiales
que hoy ya son sepulturas
de arrayanes y pedernales.

No envidiarme por mí suerte
porque fui a muchos lugares.
Vi destrucción y vi muerte
de hiroshimas y similares.

Me han rodado muchas gentes
de varias generaciones
y naciones inteligentes
De malvados incontinentes
que se tenían por valientes.

Su maldad les ha llevado
según datos en mí memoria.
Todos ellos han logrado
destruir su propia historia,
que ni rastros han dejado.

Recuerdo secos los mares
desiertos que eran lagunas
y de otras formas lugares
que no habían persona algunas.

Recordar por vuestra suerte
el llanto del pedernal.
No creáis que soy valiente
que pudierais terminar
lo mismo que aquellas gentes.

El Mundo y los amores
son lo mismo que un jardín.
Se deben cuidar las flores
y aprender de su vivir
a conservar sus olores.

Puedes buscar en tu memoria
el llanto del pedernal
e ir repasando en la historia
que me dejo sin contar.

Mantener vuestras victorias
mirando al triste pedernal.
Y ayudando a los demás,
sacareis de ésta historia
ejemplos ¡qué no está mal!.

Al llanto del pedernal
¿Cuántas promesas le hicieron?
De no hacerle más llorar
y en la tentación cayeron
dejando en buen lugar
los pobladores primeros.

¡Rodar sí, en una loma,
pero llorar más no quiero¡
Ir conservando el aroma
del legado que dá el cielo.
¡No mentármelo ni en broma
tener que partir de cero!

En mí llanto de pedernal
tengo amargura y me muero
al ver al hombre actual.
Cavan en su propio suelo
sepulcros a los demás,
sin saber que entierran,luego
los cuerpos de sus mamás.

Sobre la faz de la tierra
en las cenizas y los cielos,
el llanto del pedernal
va rodando sin consuelos
y sin poder nada hablar,
sólo mira a los luceros
pidiendo no llorar más
aunque ruede por los suelos.

martes, 6 de abril de 2010

EN EL DIMINUTO ESPACIO.

En el diminuto espacio de un suspiro
se haya el castillo de una sombra
y custodiando las espadañas
un centinela hambriento,
desconocido en el orbe de la tierra.

No encuentro a nadie que ilumine
el sendero solitario del destierro,
ni una paloma, ni el viento,
sólo las estrellas enmudecidas
dan respuestas a los alaridos del suspiro,
con la brisa tibia del otrora,
donde descansan las manos del silencio.
Y en el silencio se guarece en soledad.
El solitario suspiro ya no puede despertar
porque su aliento se ha ido
para nunca regresar
entre suspiros perdidos.